Vampires In Love

Blog de Realidad v/s Ficción, original y personal.

Un Chico Atípico "1er Episodio"

1er Episodio

Cerré mis ojos y dejé que la música llenara cada espacio vació entre mi cuerpo y mi mente. El ruido parecía acoplarse con mis pensamientos. Bailé enérgicamente, como siempre, aprovechando el escaso perímetro que tenía, sin importarme realmente si pasaba a llevar a alguien o si alguna persona me miraba como un bicho raro. Abrí mis ojos y estaba de vuelta en un lugar atestado de gente, todos bailando al mismo ritmo pegajoso y de moda. Mis amigos habían desaparecido hace un buen rato, seguramente estaban agarrando en el sector oscuro. Yo como todas las noches esperaba que en cualquier momento se acercara algún posible encuentro sexual. Muy rara vez salía con la ilusión de conocer al hombre perfecto, al amor de mi vida, a esa media naranja que todos buscan en esos antros. Me dirigí a la barra, tratando de pasar por el medio de toda la desinhibida multitud para exponerme a cualquiera dispuesto a aceptar mi invitación. Ser visto, esa era la idea. Que algún chico con la personalidad para acercárseme se interesara en mí. ¿Debería traer un cartel en la espalda: -“Chico busca chico”- para que alguno se atreviera a hablarme? Aproveché esa caminata por supuesto para echar yo también un vistazo. Buscar yo mismo la entretención para la noche en vista de que nadie venía en mi búsqueda. Sin duda era una mala noche, usualmente tengo un encuentro fugaz con al menos 3 personas por fiesta. Hoy no había nadie interesante, nadie nuevo debería decir. Nadie con que ya no hubiera agarrado. El ambiente gay es tan pequeño y tan cerrado que siempre son los mismos personajes dando vueltas en la misma rueda.
Acostumbro sonreírle a la gran mayoría de los que me miran con deseo mientras me abro camino entre la multitud. A menos claro que sea un tipo grotesco, ahí sin remordimiento le dedico una mirada de desprecio que lo deje en su lugar y lo haga caer en cuenta de que yo juego en una liga totalmente distinta y que oportunidad conmigo no tendrá nunca.
Había un par de chicos llamativos desde lejos. Uno alto de pelo negro y liso y contextura delgada. Lamentablemente no tenía muy buen gusto para vestirse y desde cerca podías notar su guerra contra el acné. Lo descarté inmediatamente.
Otro grandote, con músculos bien marcados, cabello corto, rubio y una sonrisa hipnotizante, me dedico una sonrisa que con gusto le devolví. Lamentablemente estaba con pareja… y no era precisamente un hombre.
Un par de chicas también intentaron suerte conmigo. Al menos las niñas son más lanzadas. Ellas no preguntan ni esperan una sonrisa o una mirada de aceptación. Ellas carretean con el grado de alcohol en la sangre suficiente para acercarse sin permiso y bailarte. Educadamente les comente mi orientación sexual a las dos encantadoras y coquetas cabras chicas que intentaron llegar a una suerte de trío conmigo. Y solo así me dejaron ir entre risitas y tropezados pasos de baile.
Llegue sin suerte a la barra, prendí un cigarro y pedí una cerveza. La música seguía muy buena y me moría de ganas de volver a bailar y sudar el exceso de alcohol y drogas en mi cuerpo. Pero necesitaba quedarme en un lugar tan exponencial como la barra por un momento. Para ver y ser visto. Además de que esta se encontraba precisamente frente a la entrada del local. Podía ver así quien entraba y salía sin ningún problema.
Fue entonces cuando lo tan obvio pero imprevisto ocurrió. Aquella puerta doble negra de dos metros se abrió de par en par y apareció aquel único actor en esta tierra capaz de interpretar el personaje de mi novio ideal y perfecto. No mas alto de un metro y ochenta, un cabello desordenado oxigenado con algunas mechas largas y otras muy cortas. Una musculosa amarilla sin cuello, que dejaba ver su cuerpo delgado pero tonificado, unos pectorales descubiertos opacados por sus deliciosos brazos con venas marcadas y cubiertos en tatuajes con muchos colores. Usaba unos pitillos blancos y zapatillas de caña alta. Sus ojos brillaron momentáneamente cuando la estroboscópica se posó sobre él y quede atrapado por sus refulgentes ojos verdes. Echó una mirada panorámica desde la entrada del local, volviendo su cabeza lentamente de izquierda a derecha y dejando poco a poco asomar su sonrisa que acabó por derretirme.
Rogué en ese preciso instante que nadie más entrara detrás de él. Que estuviera soltero, que se fijara en mí (Bueno estaba demás pedir que fuera gay, eso se le notaba a los tantos metros de distancia que se encontraba de mi).
En solo unos segundos sus ojos ya estaban clavados en la barra, y por un muy pequeño instante nuestras miradas se cruzaron. Las luces del techo me dieron la sensación de de un vórtice espacial, donde absolutamente todo alrededor convergía en él. Él era mi centro esta noche, él era mi mundo. Y deseaba tenerlo, tener el control de la persona más fascinante que he visto en mis pocos años fuera del closet.
Tome mi cerveza al seco, me llevé el cigarro a la boca al estilo de James Dean y me adentré en la selva de gente eufórica bailando la canción electropop del momento.
Preocupado de no perderlo de vista, de llegar hasta él antes que nadie más. Antes que cualquiera de las tantas pirañas en ese lugar se lanzaran sobre tan llamativo y exquisito bocado. Pasé a llevar a las mismas chicas de antes, que nuevamente entre risas y tragos intentaron retenerme sin mucho éxito. Pasé sin prestar atención a los tantos chicos lindos, ricos, feos o groseros que intentaron hacer contacto conmigo.
En un parpadeo estaba a menos de un metro de mi objetivo. Quien sorpresivamente ya estaba bailando con alguien más. Su cara demostraba poco interés en la yegua asquerosa y sudada que intentaba comérselo. Entonces el giró su cabeza hacia su izquierda y sus ojos volvieron a encontrarse con los míos. Sin ninguna explicación o algún gesto de cortesía, abandonó en su ridículo ritual de apareamiento al desgraciado afeminado y se acercó hacia mí con su cautivante sonrisa de par en par. Acercó su rostro lo suficiente como para lograr intimidarme un poco (Tarea difícil para cualquiera, tomando en cuenta mi exceso de confianza y mi capacidad para seducir y tomar control de la gente), y su sonrisa se abrió aun más encantándome con su voz seductora:
-Hola
Mis ojos lo analizaron de pies a cabeza una y otra vez antes de responder. Trataba de disimular mis ganas de mirarle el paquete, pero no podía dejar de escanear a ese hombre que permanecía estático, sonriendo, esperando una respuesta. Creo no fue mas de un segundo lo que tardé en contestar, pero se sintió como si por minutos hubiera quedado congelado frente a aquella epifanía tratando de seducirme.
Luego de eso, la típica conversación tuvo lugar, con las preguntas que en verdad a pocos le interesan pero se mencionan casi por cortesía: “¿Como estas?” “¿Como te llamas?” “¿Cuántos años tienes?” Etc. Todo mientras bailamos ligeramente de un lado a otro sin prestar mucha atención a la música. Una vez terminadas las entrevistas llego el momento de mostrarse interesante, y a decir verdad me tomó por sorpresa. No pensaba encontrarme a alguien que bailara mejor que yo. Mucho menos estar con alguien que llamara la atención de todos a un nivel exorbitante. Lo cierto es que él era irresistible, por donde le miraras, y me había escogido a mí. De todos los minos de ese lugar, él quería conmigo y su foco estaba tan centrado en mí como yo en él. Era de esperarse que a los dos temas ya estuviéramos bailando demasiado cerca como para insinuarse y no tardamos en darnos un beso. Un beso lento, suave que parecía acomodar sus labios y lo míos en una forma tan sutil y perfecta que parecíamos dos piezas conjuntas en un rompecabezas. El tiempo pasó y a decir verdad la noche ya estaba demasiado avanzada, minutos antes de que las luces se encendieran él se separo de mí. Me ofreció irme con él, andaba en auto y eso claramente era otro plus. Era perfecto, sus ojos resplandecientes y su mirada no dejaban de cautivarme. Nuevamente demoré mi respuesta, estaba demasiado ocupado admirándole, estudiándole. Mis amigos aparecieron de la nada abrazados y sonrientes para decirme que teníamos que irnos antes de que saliera todo el mundo y quedara la cagada afuera. Él los saludo efusivamente, como si ya los conociera hace tiempo. Mis amigos insistieron, ambos también se encontraban muy concentrados en aquel chico guapo que me acompañaba. Yo por mientras tenía una batalla conmigo mismo. Me moría de ganas de acostarme con aquel chico ideal, de irme y que hiciera lo que quisiera conmigo, en el auto, en el ascensor, en la cocina o en el baño. No me importaba lo deseaba cada vez más. Cada segundo que pasaba algo en mí crecía al punto de no querer soltarlo nunca. No podía responderle, ni a él ni a mis amigos. Me había convertido en una especia de estatua, inmóvil, congelado, encantado como en un cuento para pendejos. Mi estado mental estaba en la estratosfera, me encontraba completamente ido y esta vez no sabría decir cuanto tiempo duró mi soñar despierto.
Él se acercó suavemente; me dio un beso tierno, simple y corto, mientras guardaba algo en mi bolsillo trasero. Se apartó de mí nuevamente, pero esta vez se alejo en dirección a la salida. Las luces se encendieron en ese instante y mis amigos me arrastraron fuera del local en mi estado zombi.