Vampires In Love

Blog de Realidad v/s Ficción, original y personal.

La Reunión



Final de año se acerca nuevamente, estoy por fin terminando mis exámenes y si todo sale bien, también mi carrera.
No voy a decir que soy un alumno estrella, ni mucho menos del tipo que se mata estudiando sin nada de diversión de por medio. Pero si soy responsable y preocupado de mis deberes, aunque eso no significa que pase de salir a carretear y pasarlo bien. Con quien sea, donde sea y cuando sea.
Bueno, miento un poco, no es tan así tampoco. De hecho me lo pensé dos veces cuando, al recibir el correo de una ex compañera del colegio, me enteré que los chicos y chicas de mi curso harían una Reunión.
Y aunque admito que me entusiasma la idea de ver a algunos, me repugna el solo pensar en otros.
Después de todo, a mis más amigos los sigo viendo de vez en cuando, estamos en un contacto un poco más allá que simplemente tenernos en Facebook. A otros ni siquiera. Y la verdad me interesa muy poco ver a quienes nunca realmente fueron amigos, o quizá si lo fueron en un momento determinado, pero después nos distanciamos. Porque yo me volví un adolescente extraño, o demasiado extrovertido para ellos. Más importante aún, durante mi etapa escolar  yo permanecí en el closet. Por más que siempre se comentó a  mis espaldas (y a veces en mi cara) mi fabulosa y particular personalidad.
Precisamente a ellos, son los que no me gustaría ni ver en pintura, a esos apuñala espaldas, a esos que no eran suficientemente hombres para decirme cosas a la cara.
Por otro lado, lo pienso más y me encantaría saber que fue de muchos. Quien sabe, podría hasta sorprenderme con los éxitos de algunos y los fracasos de otros.
Entiendo que varios ya deberían haber egresado, y otros siguen repitiéndose o paseándose de carrera en carrera y universidad en universidad.
Yo siento que todo va de maravilla y ya no temo esconder quien soy frente a nadie.
Por lo tanto, puede que no sea tan mala idea asistir. Además ya recibí un par de mensajes y llamados de algunos cercanos, preguntándome si pretendo ir. Creo que después de todo, se sienten igual que yo y no quisieran verse en la incómoda situación de estar con gente de la cual no son tan amigos.
Así que bueno, después del;
Jose: yada yada blah, queremos juntarnos a recordar, y blah blah blah. Tal día, tal hora, tal lugar, asado y más bullshit.
Dije, está bien, todo bien. Voy a ir. Total la próxima semana la tengo libre y dudo que sea un carrete tan wild.
WRONG!
Bueno me puse de acuerdo con Andrea para ir juntos temprano. Pues el asado de la tarde era relativamente opcional. El carrete de la noche era el seguro para todos.
Sería en la parcela de la Isi, lo cual me pareció buenísimo. Ya que está alejada de la ciudad y es gigante. Hasta salón de eventos tiene la hueá.
Al parecer no muchos se confirmaron para el asado, pero Isi siempre me cayó súper bien, y voy a estar con Andrea también. Por lo demás, me aseguré de que los desagradables van llegar a la noche, así que todo bien.

No pensé que llegaría incluso a entusiasmarme con la idea de verlos a todos juntos una vez más. A muchos no los veo desde la fiesta de graduación, la cual fue tan grande que ni siquiera estuve con todos. Bizarro, después de pasar tantos años juntos. 
Así pues fui a comprarme ropa nueva que estrenar, quería verme increíble. Que todos, hombres y mujeres quedaran locos con mi abismal cambio físico.
Bueno no es para tanto, pero pasé de cuerpo de niño a cuerpo de hombre y me mantengo bastante bien. No puedo decir lo mismo de varios otros (guatones culiaos, por lo que veo en las fotos de Facebook). Así que voy con toda las intenciones de dejar una brutal impresión. Es más, ya me los imagino:
“Jose, estás increíble” “¡Jose, ¿qué te hiciste en el pelo?, te queda frutal!” “Jose, papá. Estay como querís.”
  Y yo por dentro, oh sí, oh sí mami, ¡oh sí!
Faltaba planear si, como nos íbamos a ir a la parcela. De todas maneras en auto, pero no decidíamos si en el mío o el de Andrea. Particularmente, porque ambos queríamos hacernos bolsa. Pero poco antes de decidirnos, Isi mandó otro correo diciendo que se había olvidado mencionar que por supuesto, podíamos todos pasar la noche en la parcela.
Así que bueno, vamos en el mío. Bien llamativos, con música fuerte y bien cola, toda una entrada, fabulosa. Pensé hasta en ponerme una bufanda fucsia felpuda y peluca azul. Pero eso era demasiado, era más bien un delirio momentáneo del pito que nos fumamos antes de ir a comprar cositas para llevar.
Nos ofrecimos para llevar la cerveza, litros…y litros de cerveza. Sí, LITROS.
Pensamos en llevar drogas, pero ya estábamos muy encima para hacer la mano, y después de todo era OBVIO que Isi tendría mucha marihuana (y de la buena).
Improvisamos un poco también y compramos tres botellas de tequila, para los del asado, claro. Porque ni ahí con darle tequila a los hueones piantes que me caen como el hoyo. Díganme egoísta, pero yo sé que ellos no compartirían ni un sorbo de su vaso con alguien que no sea de su grupito. Maricas.
El día llegó finalmente y nos juntamos como a las 11 de la mañana en mi depa, Yo me veía magnífico con mis shortcitos grises y mi polera cool con cuello en V. Andrea también, con un vestido blanco lleno de florcitas y un sombrero de paja con una margarita gigantesca a un costado. Muy primaverales nos veíamos, estábamos literalmente para robar el aliento (un buen aliento obvio, no de esos pasaos a pico+halls).
Así que bueno, full prendidos, mi copilota cargó la pipa y yo puse el último disco de Kylie, no el de la orquesta en Abbey Road. Sino Aphrodite, el manifiesto de la Diosa de la música Disco.
Whatever, íbamos full motivados y nos demoramos como cuarenta minutos en llegar, ya habían un par de autos estacionados, así que no fuimos los primeros.
Isi salió a recibirnos, se veía preciosa, los años le habían hecho muy bien. Debo admitir que hasta me pareció profundamente atractiva. Estaba casi tan volada como nosotros, quizás hasta un poco más. Se veía graciosa, con los ojitos bien chinos detrás de las gafas para el sol. Estaba en un traje de baño entero muy estético y se cubría con un pareo. Que bueno que con Andrea empacamos traje de baño, no estábamos seguros de si la piscina estaría habilitada o no. Pero era súper probable, pues ya estamos casi en verano.
Yo estaba muy ansioso de saludar a los pocos que habían llegado. Por supuesto que eran los más buena onda. Los únicos que prendieron realmente con la idea de pasar todo un día juntos, como en los viejos tiempos. Amigos y amigas muy queridos, con los cuales a pesar de no vernos ni hablar a menudo, seguíamos sintiéndonos casi como hermanos.
Me agradó mucho ver como todos se veían muy felices y orgullosos hablaban de sus proyectos. Aquellas sonrisas en sus rostros los hacían ver muchos más guapos y encantadores que cuando niños.
No éramos muchos a esas alturas del día, no más de diez en realidad, un par había ido con pareja. Lo cual se había expresado en la invitación, pero en vista de que Andrea y yo somos solteros empedernidos, ir juntos era lo mejor que podíamos hacer (Me alegró mucho saber que no éramos los únicos por cierto).
Abrimos las primeras cervezas y presentamos nuestro regalo mexicano a los presentes. Todos se entusiasmaron con la idea y estipulamos dejar los tequilazos para después de la carne. Tuvimos mucha suerte además, porque en la parcela hay varios limones, y con Andrea (par de voladitos) se nos olvidó comprar para los shots.
Descargamos la grotesca cantidad de cervezas del auto y guardamos todas las que pudimos en el refri. Con Andrea nos pusimos traje de baño y nos tiramos en las reposeras a tomar sol con un pito en una mano y una cerveza en la otra.
Fue recién en ese momento, cuando me alcanzó el humo del asado, que reparé en el chico haciendo el fuego.
No era alguien del curso, lo sé porque después de mirarlo descaradamente cinco minutos, Andrea se sentó a  los pies de mi reposera y me preguntó:
-¿Te acorday de él? Es el Alan, el loco del paralelo que pololeó un tiempo con la Vale.
-¿En serio? –Dije levantándome boquiabierto y más exagerado que nunca- Pero está más minoco que nunca.
-La cagó, pero siempre fue súper rico. Mira como se le nota el potito paradito con esos shorts.
-¡Perro, zorro, papurri, papá! –Dije mientras me sacaba los lentes de sol para admirar mejor esos marcados brazos que apretaban la camisa abierta que llevaba.- ¿Tú no te peleaste con la Vale una vez por ese loco?
-Jaja, pero hueón. Porque me lo comí escondida en un baño en un carrete, y los locos habían terminado hace onda, años. Exagerada la hueona, la cagó.
-Jajaja, si me acuerdo. Buenísimo. –Dije después de unos segundos, sin poder despegar mis ojos de ese churro.
Volví a recostarme en la reposera y ponerme los lentes. Andrea se levantó, tiró a un lado su sombrero y se metió de un piquero a la piscina.
Escuché, en ese mismo momento, un chiflido a modo de piropo que venía desde la parrilla. Era el Alan, siendo hetero como siempre, cuando vio el espectacular cuerpo de Andrea saliendo de la piscina. La muy suelta movía sus caderas de manera sensual y provocativa, al tiempo que se estrujaba el largo pelo y pasaba al lado de él.
El muy pelotudo debe haber pensado que estábamos juntos, porque me miró con cara de “que minaza que te anday tirando” y me hizo un salud a lo lejos con su lata de cerveza.
Yo me limité a sonreír y levantar mi lata. Quizás me sonrojé un poco, pero definitivamente pasó piola porque llevaba un buen rato bajo el sol.
Me sentí un poco alagado por lo demás. Después de todo no me veo tan fleto.
(O quizás él es muy bruto como para darse cuenta, por no decir hetero.)
La tarde avanzó de manera muy agradable, salieron sus locos choripanes cuando llegaron las parejas que faltaban por llegar al asado. Cervezas iban y venían, estábamos todos bien entonaditos así que tiramos toda la carne a la parrilla pa’ espabilar un poco.
Después de comer y bajar bastante (porque puta que estábamos surfeando la ola), pasamos  a los tequilazos. Isi ya se había motivado cortando los limones, no teníamos muchos vasos chupitos, pero pico, se comparten.
Aproveché de acércame un poco al Alan, y le ofrecí compartir nuestro vasos. Se entusiasmó ene y prácticamente nos adueñamos de una botella. Andrea andaba por algún lugar loqueando con alguno de los cabros y yo me armé otro pito como bajativo. Le ofrecí al Alan que lo prendiera. Y justo llegó Isi a  sentarse con nosotros. Le pasamos el pito y aprovechamos de ponernos un poco al día con nuestras vidas.
Isi había terminado su carrera hace un año y no le costó anda encontrar una buena pega. Alan, al contrario, todavía estaba terminando ingeniería y además mencionó seguir tocando piano. Lo había olvidado completamente, pero alguna vez lo escuche tocar en el colegio, era muy bueno.
Por supuesto que cuando yo empecé a hablar me interrumpió al toque para preguntar si Andrea y yo estábamos juntos. Con Isi intercambiamos un par de miradas cómplices y nos cagamos de risa.
-No, jaja, seguimos siendo mejores amigos. Pero la verdad, a mí me gustan los hombres.
La declaración pareció sorprenderle un poco, porque abrió mucho los ojos y levantó sus cejas como diciendo “ah mira tú”.
-¿Y siempre lo supiste? –Me preguntó con simpatía y un ligero interés
-¿Por qué, estay teniendo dudas? –Le preguntó Isi, bromeando por supuesto.
-Jajaja, no sólo me pareció curioso. Yo tengo un compañero gay en la U, es súper tela y me cae la raja.
(Bueno, me agradó escuchar que por muy hetero que fuera el cabro, de homofóbico no tenía nada).
Nos tiramos el concho de tequila que quedaba en la botella y la Isi apagando el pito en el cenicero y se levantó de la silla.
-Chiquillos, ¿qué les parece si dejamos de fumar esta huea mala y los invitó a probar de la huena en el bong?

Con Alan nos miramos y nos cagamos de risa, y levantando los hombros, dijimos “Bueno, ¿y por qué no?”
Nos metimos a la casa, y subimos las escaleras hasta la pieza de Isi.
Le pusimos cerrojo a la puerta para que nadie interrumpiera nuestro ritual undercover. Y al abrir el closet de la habitación se me hizo agua la boca consecuencia de las plantas maravillosas in-door que había dentro.
Isi sacó el bong de una caja, y otra pequeña cajita de metal llena de unos cogollitos con un olorcito medio dulzón-acido.
Con Alan nos brillaban los ojos, Isi  preparó todo y nos pusimos a fumar.
Claramente quedamos dados vuelta. Ya estábamos bien arriba de la pelota con el copete y esa marihuana era casi que sagrada.
Nos reímos un buen rato hablando puras hueás, estábamos cagados de calor porque cerramos las ventanas y tapamos la puerta, cosa de que no saliera el olor y todos se dieran cuenta que estábamos ahí atrincherados fumando.
Quedamos tan hechos bolsa, que de a poco nos recostamos en la cama de dos plazas que había ahí, habían claras insinuaciones sexuales entre ellos dos, y yo me sentía tan liberado con Alan, que ni siquiera lo pensé cuando me acosté al lado de él y apoyé mi cabeza en su brazo.
Los tres estábamos re locos, nos hacíamos sutiles cariñitos, muy a modo de amigos claro. Pero sin obviar la sensualidad del asunto, estando todos semidesnudos encerrados en esa pieza.
Seguimos riéndonos un buen rato y entre talla y talla, Alan me rodeó el cuello con su brazo, y con su matadora sonrisa me pregunto:
-Y jose, ¿te animay pa un trio?

Isi, muerta de risa, cruzó una pierna con la de Alan. Yo también me cagué de risa y me levanté diciendo, no no no no no, de ninguna manera lo haría…
(Si ok, era una oportunidad súper loca, pero algo en la mirada de Alan me decía que hablaba semi en serio y me frikeó un tanto la idea de hacerlo con un chica entremedio).
Yo estaba súper mareado, comenzaba a ver todo distorsionado. Alan se levantó también, y me siguió los pasos. Me tomó por la cintura;
-¿Y, que decís? ¿Te animay?

Se veía igual de hecho mierda que yo, Isi se paró al lado nuestro y comenzó a sacarse el traje de baño.
Para mis adentros yo me estaba volviendo loco, ya estaba demasiado involucrado como para correrme. Alan se sacó los shorts que llevaba y le ayudé a quitarse la camisa, que de por sí ya traía abierta.
Él me levantó la polera, y yo subí mis brazos dejando que Isi terminara por quitármela. Al tiempo que Alan me besaba el torso y bajaba lentamente hasta llegar a mi traje de baño.
Entonces me entregué, desperdiciar la oportunidad era ridículo. Y Alan era demasiado atractivo como para negarle un buen polvo.
Obviamente me dio sexo oral, y debo acotar que lo hacía bastante bien. De vez en cuando levantaba la mirada y me dejaba ver lo mucho que estaba disfrutando. Isi se paró atrás de él y acariciándole el pelo se me tiró y empezamos a agarrar.
Oh si, estaba agarrando con una mina mientras el minoco irresistible me la chupaba. AWESOME.
Cuando nuestros labios se separaron, Isi me miró fijamente sin poder borrar su sonrisa de volada y empezó a hablarme sucio. Si, “sucio”.
A esas alturas no sé si me shokeaba, molestaba o incluso gustaba. Pero lo cierto es que parecía ser la que más disfrutaba del pete que me estaban haciendo. Le encantaba ver mi cara cada vez más excitada. Mientras Alan a mis pies se corría una buena paja sin sacarse mi you-know-what de la boca.
Isi se separó por un breve instante y saco algo del velador. Yo cada vez me sentía más volado (si es que eso fuera realmente posible). Por lo que me costó descifrar que era exactamente lo que traía en sus manos. Me sorprendí caleta cuando esforzando mi vista, identifique una especie de “miembro” en su entrepierna. Creo que me reí a carcajadas, o quizás lo hice para mis adentros, cuando después de unos brutos segundos de confusión, pensando que mi amiga podía ser trannie, entendí que era un juguete (bastante real por cierto).
Pero cuando Alan sintió al “tercer amiguito en la fiesta” rozarle una oreja, saltó a un lado completamente asustado, al parecer el dildo lo tomó tan desprevenido como a mí.
Claro que cuando entendió que no era de verdad se mató de risa en el suelo. Bueno todos, nos reíamos como hienas desquiciadas. Justo entonces nos golpearon la puerta.
Y hasta ahí llegó todo obviamente. Nos vestimos lo más rápido que pudimos y para cuando Isi abría la puerta, Alan  y yo estábamos sentados pretendiendo armar pitos y fumar del bong.
Pasaba que estaba llegando más gente a la parcela, y sin darnos ni cuenta, habíamos estado un muy buen rato desaparecidos. Andrea entró corriendo, como loca de patio y se sentó entre Alan y yo. No dijo absolutamente nada y se puso a fumar del bong. Una vez exhaló el humo, me golpeó un muslo con una risita ridícula.
-¡Malditos, los odio! ¿Qué hacían escondidos fumando y sin invitarme?

El momento había cagado, pero fue bastante entretenido. Con Alan intercambiábamos una que otra mirada furtiva, pero prácticamente nos hacíamos los locos.
Bajamos las escaleras y salimos al patio a reunirnos con los recién llegados.
Todos traían cantidades absurdas de copete, así que nos sentamos a la mesa té club. Y nos pusimos a chupar piscolas.
De a poco llegó la gente no tan agradable, se sentaron en la mesa también y saludaron sólo a sus “amigos”.
-Mira quien viene ahí. –Me dijo Andrea, susurrándome al oído.- Tu amigo Pablo.
-Ah no que paja, hueona. Me carga, ¿Por qué vino? Que imbécil más desagradable, mírale la pinta. –Le susurré de vuelta.

Pablo y su séquito de sacos de madre se sentaron al otro extremo de la mesa, justo donde estaba sentado Alan con otros chicos. Todos lo molestaban porque escucharon que estaba encerrado con la Isi en una pieza.
Por supuesto yo era completamente invisible para ellos. Yo no existía, yo nunca estuve en esa habitación también.
Podría jurar si, que cuando le tiraron la talla, Alan miró hacía donde yo estaba sentado. Pero para no darle ninguna importancia, miré para cualquier otro lado. Indudablemente nuestras miradas se hubieran cruzado. Y por muy piola que ambos tratábamos de pasar, Andrea y su jevi sentido de intuición notó al toque que algo raro había ahí.
Pero antes de que pudiera preguntarme nada, apareció la Romi y yo me levanté disparado a saludarla con un fuerte abrazo.
A Romi la veo bastante seguido, y somos tan amigos como con Andrea. Así que siempre nos saludamos efusiva y cariñosamente, la tomé por la cintura y la arrastre al toque a bailar.
Por supuesto que yo era el único hombre bailando entremedio de varias chicas. Y yo sabía que los desgraciados se reían y pelaban desde la mesa. Pero claramente me importaba un carajo, yo lo estaba pasando la zorra.
Me acerqué a la oreja de la Romi y le dije:
-Hueona, no cachay naa’. Me acaba de pasar una huea súper bizarra.
Aproveché que estábamos bailando como enfermos para empujarla conmigo disimuladamente hacia donde no nos pudieran escuchar con facilidad.
Comencé a contarle lo que había pasado en la pieza. Pero había cada vez más gente bailando cerca de nosotros. Así que traté de no mencionar ningún nombre y ser lo más grafico posible sin describir exactamente. Como era de esperarse, Romi no me entendía un carajo. Y una que otra oreja intrusa saltaba cuando yo decía un poco más fuerte  palabras como; “Mina…Sacar ropa…Y él, y luego ella… Y el pete, y el no sé qué con su no sé cuánto.”
Hasta que finalmente tuve que decirle que saliéramos a conversar al patio, porque era realmente imposible explicarle sin que medio mundo se enterara.
A eso había que sumarle la insidiosa mirada de Andrea desde lejos. Presintiendo que algo estoy escondiendo, y decidida a averiguarlo. Así que le hago un gesto desde lejos, para que se nos acerque.
Pero Romi viene recién llegando, y antes que cualquier otra cosa, quiere fumar y tomarse un copete.
Por suerte con Andrea teníamos todavía otro tequila guardado, y nos quedaba marihuana. Por consecuente, convencer a Romi de salir con nosotros al patio fue un tramité de lo más sencillo.
Nos sentamos al borde la piscina y las chicas metieron sus pies al agua mientras yo prepara los primeros shots de tequila.
Estaba oscuro afuera, pues ya era casi de noche y Andrea enrolaba un pito con la luz del celular.
La gente andaba particularmente piante a esas alturas, como si aún tuviéramos 16 años. Lo cual me hacía sentir mucho más joven de lo que soy realmente, lo estaba pasando de pelos.
Así que bueno, una vez bien voladas y con la sangre un poco más caliente, ambas chicas me pidieron una explicación.
Como ya no había gente cerca, me puse a contar las cosas tal cual sucedieron y ambas escucharon boquiabiertas a punto de morir de risa conmigo.
-¡No puedo creerlo! –Repetía Andrea, una y otra vez.
-¿Pero entonces, el cabro es cola también? –Preguntó Romi, dándole unas piteas al caño.
-¿Y qué se yo? El hueón me la chupo, y eso fue todo. No alcanzó a pasar nada más.
-Bueno, pero hetero no puede ser. Quizás la gusta la hueá pa’ los dos lados po. –Agregó Andrea pasándome la botella de tequila para que sirva más shots.
-Bueno, en volaá es curioso nomás. –Agrego Romi sosteniendo su shot de tequila justo antes de lanzárselo a la boca.-  Y este hueón del Jose, como es guapo, le llamó la atención y el loco quiso experimentar. Media hueá, no es pa’ tanto.
-Calmao’, calmao’ chiquillos. Háganla piola si po’. Fíjense quién está parado en el ventanal. –Dijo Andrea quitándome la botella para llamar mi atención.
Me quedé sin aire (en parte porque estaba aguantando el humo del pito), pero también porque Alan estaba de pie a lo lejos, mirando directamente hacia a nosotros.
Obviamente que todo ocurrió cero piola, y que Romi escupió el tequila a la piscina antes de cagarse de risa.
Sorprendentemente, Alan se rió también. Me morí de vergüenza por dentro. Debe haberse dado cuenta, incluso a la distancia, que yo le estaba contando todo a las chicas.
Nuestras miradas se cruzaron, y sin duda me sonrió. Yo quería practicarme hundirme en la piscina y no salir nunca más. Las chicas no paraban de reír. Yo junté fuerzas y me puse de pie para ir a encontrarme con Alan. Pero justo en ese momento uno de los conchesumadres-hijosdeputa, vino por mi espalda y me empujo a la piscina. Las chicas quedaron prácticamente bañadas con toda el agua que salpicó y cuando yo furioso salí a la superficie vi la cara del desgraciado de Pablo, meándose de risa.
Quise matarlo, sí. O ya bueno, no. Pero al menos tirarlo a la piscina también. Las chicas, por su parte, lo taparon a insultos. Andrea se levantó iracunda porque el muy pelotudo nos mojó toda la marihuana (Bueno técnicamente, fui yo el que la mojo. Pero él fue el culpable). Y Romi fue y  le escupió en la cara, creo que en ese pollo además de moco había un par de pepas de limón. Admito que eso me reconfortó bastante.
El muy imbécil se alejó riendo y volvió con sus compinches. Manga de retardados mentales.
Nadé a la orilla y me encontré con la mano estirada de Alan, quien me ayudó a salir del agua. Por supuesto que él también moría de risa, pero lo hacía de manera simpática, así que no me molestó.
-Ven, en mi auto tengo toallas de repuesto. –Me dijo antes de que yo pudiera siquiera darle las gracias.
Romi y Andrea, por otro lado, se alejaron corriendo con risitas cómplices. Me alegró al menos que la rabia se les hubiera pasado de un segundo a otro. Por eso las quiero tanto, porque son relajadas.
Volviendo a Alan, le seguí hasta el estacionamiento, nos costó un poco encontrar el auto porque estaba lejos de la casa y no había ninguna luz cerca. Alan hizo sonar el pitido de la alarma y lo pillamos.
Abrió la puerta trasera y de un bolso sacó una toalla. Mientras me secaba entero y le daba las gracias, él abrió la maleta (que por algún motivo estaba llena de ropa desordenada) y me prestó unos pantalones.
-Está bien, traje ropa de cambio, no te preocupís. –Le dije, pero el insistió, después de todo ya estábamos ahí.
Así que le pedí permiso y me cambié dentro de su auto. Por supuesto que el bromeó con que ya me había visto en pelota y que no tenía por qué cambiarme a escondidas. Pero mi real preocupación no era que me viera él.
Ahora, antes de que yo me diera cuenta, él se subió a mi lado en el asiento trasero y cerró la puerta. Se inclinó arriba mío y me besó. Yo no lo pensé dos veces ahora que estábamos solos, y le devolví el beso. Comenzamos a desvestirnos nuevamente (Por absurdo que sea, sí; Me saque los pantalones que él me había dicho recién que me pusiera).
Y obvio que nos pusimos a atracar jevi, jarcore, full trip-hop, ska. Agarramos como locos, sin dejar de reír, en primera instancia por lo hechos mierda que estábamos. Y segundo, porque claramente ambos lo estábamos disfrutando demasiado.
Pudimos haber “literalmente” follado, ambos somos adultos conscientes de lo que estamos haciendo y todo. Pero ninguno de los dos parecía realmente interesado en la penetración.
Lo cual me gustó bastante, después de todo hay mil maneras de pasarlo bien tirando, sin tener que “chocar el hueso”.
Estuvimos mucho rato atinando. Caleta, tanto que no podría hacer un estimado. Estábamos tan curados que ninguno podía irse. Así que cuando nos cansamos de agarrar nos acomodamos como pudimos, nos tapamos con una toalla y nos quedamos dormidos.
Creo que en algún momento de la noche, uno o varios autos se fueron. Después de todo, sólo algunos pretendíamos quedarnos hasta el otro día. Lo cual me hizo pensar que probablemente más de una persona nos vio juntos. Y lo confirmé cuando, despertando con los rayos del sol y una caña del demonio Belzebú, vi que ni siquiera los autos estacionados alrededor nuestro seguían ahí.
-¡Buen día! ¿Cómo dormiste? –Me dijo Alan cuando se dio cuenta de yo había despertado.
-Dormí la raja, pero amanecí pésimo. –Respondí volviendo a acostarme sobre su brazo
-Vamos, vistámonos y ayudemos a limpiar. Seguro que todos se sienten igual. –Me dijo sentándose y calzándose los primeros shorts que encontró en su bolso.
Yo me puse sus pantalones y ambos salimos a enfrentar el terrible sol al ritmo de Depeche Mode a todo volumen.
-Pff, ni la música apagaron estos piantes. –Me dijo mientras apuntaba al par de locos apagados de tele en el pasto.
-Pobres, se van a quemar. –Dije antes de soltar una macabra risa, pues la verdad me importaba bien poco si se insolaban. Alan, por suerte, se rió conmigo.
No tarde nada en encontrar a Andrea, la muy perla figuraba flotando sobre una cama inflable al medio de la piscina. Tenía sus gafas y sombrero puesto y una copa en la mano.
Me saludó desde lejos, y yo corrí a encontrarla.
-¿Qué tal tu noche? –Le pregunté tratando de ocultar la tremenda felicidad que sentía.
-¿La mía? la zorra. Me agarre a Pedro y… me lo culié.
-Ah estay fina, ¡you whore! –Le dije salpicándole un poco de agua desde la orilla.
-A vo’ pa qué te pregunto. Todos cacharon el mote.

Me morí de plancha cuando me dijo eso, pero al mismo tiempo me sentí súper winner.
-¿Cómo así? –Pregunté haciéndome un poco el loco.
-Hueón, todos cacharon que cuando el saco de madre del Pablo te empujó, el Alan salió corriendo y te sacó de la piscina. Después los dos maricas desaparecieron el resto de la noche. Y por los twits que he visto en mi teléfono; Se rumorea que los vieron culeando en un auto.
-Ah piola, otra noche más de locura en Las Vegas con el Jose.
-Y… ¿Te gusta? No te pregunto por la tula, esa se la conozco. Digo ¿“te gusta”?
La pregunta me descolocó un poco, no lo había pensado realmente. Creo que quizás me gusta un poco. Pero me cuesta tomar lo de ayer como algo serio.
-Es mino, súper rico y todo. Pero yo creo que fue puro hueveo, así que no me hago expectativas
-¡Eso es un sí! ¡Maricón, te gusta! ¡Te gusta, maraco, te encanta el pico! –Se puso a gritar como loca, y creo que incluso despertó a los zombies del pasto.
-¡Cállate loca de patio, no pasa nada! –Dije riéndome con ella.- A todo esto, ¿dónde quedó la Romi?
-La hueona postre, la última vez que la vi había amanecido sin calzones. Debe seguir buscándolos.
-Bueno, ¿Qué tal si la ayudamos y aprovechamos de limpiar un poco este desastre?
Nos cagamos de risa y fuimos dentro de la casa, donde estaba todo prácticamente hecho un asco. Isi figuraba raja a pata suelta en un sillón, estaba casi en pelota abrazada con el Vicho.
Alan aparecía de vez en cuando, paseándose con bolsas de basura por toda la casa. Y a lo lejos en el patio me pareció ver a Romi corriendo, se veía vestida, así que asumo encontró sus calzones.
Con Andrea nos motivamos a limpiar, pero sólo gracias a las Gatorades que habíamos comprado en la volada de ayer, previendo claramente, una resaca del terror.
Cada vez que me topaba con Alan recogiendo basura, éste me dedicaba una sonrisa juguetona. Me hacía sentir como quinceañera, pero era un sentimiento agradable después de todo.
Luego de un par de horas de orden, agotados decidimos que era hora de partir. Isi seguía durmiendo y no quisimos despertarla. Andrea corrió  a mi auto y se sentó esperando a que yo me despidiera de Alan.
No fue una despedida de cuentos como ustedes creen. Fue muy normal de hecho. Nos dimos un abrazo y una especie de topón cuneteado. Nos cagamos de risa, y nos dimos un beso de verdad. Él se subió a su auto y yo me fui al mío, donde Andrea me esperaba para partir (Y agarrarme pal hueveo todo el viaje, obvio).
Arranqué el motor y nos fuimos de la parcela. No pasaron ni cinco minutos y Andrea, agotada se quedó dormida. Supongo que molestarme le supuso un cansancio brutal.
Yo me fui sonriendo todo el viaje, al final el carrete reunión escolar fue mucho más interesante de lo que esperaba. Me alegré de haber ido, porque definitivamente superó mis expectativas. Se me hizo muy corto, sí. Pero lo pasé demasiado bien como para arrepentirme de algo.
Y si se preguntan qué fue de mí con Alan. Bueno, no intercambiamos teléfono ni nada. Pero siempre está el Facebook, y aunque podría esperar a que él me agregue, tengo una excusa perfecta para hacerlo yo mismo. Saqué mi teléfono de la guantera (cosa que todos sabemos no se debe hacer manejando), y lo busqué en Facebook. Apreté la opción para mandarle un inbox y le escribí:
-Se me olvidó devolverte tus pantalones. ¿Cuándo nos vemos?

FIN.